¿HACIA DÓNDE VAMOS?
“Todo lo necesario para el triunfo del mal, es que los hombres de bien no hagan nada…” Edmund Burke
¿HACIA DÓNDE VAMOS?
Desde el retorno al llamado “estado de derecho” los argentinos en general: creímos de buena fe haber recuperado el ejercicio pleno de la democracia representativa, republicana y federal. La que nos obliga al cumplimiento irrestricto de las leyes, que son los “andariveles” que nos ordenan como sociedad, evitando los desbordes que conducen a la anarquía, definida por el diccionario (en una de sus acepciones) como: *Perturbación de la vida pública por relajación de la autoridad. Vivimos con estupor la degradación: año a año de las relaciones entre los argentinos las que, en lugar de regirse por cánones democráticos, parecieran desbocarse hacia una oclocracia es decir un estado de ingobernabilidad, resultante de la aplicación de permisivas políticas demagógicas, ajenas al estado de derecho. Y apuntalando estas aseveraciones con vivencias cotidianas, copio a Vicente Nacrío quien nos dice:
Ya resulta una hazaña el despertarse día a día, con el temor de salir a la calle para no ser robado, lastimado o hasta muerto por alguien que busca el dinero ajeno a costa de sus semejantes, no importa edad ni sexo, igual hieren a un adolescente para quitarle sus ropas, como lo hacen con la señora que sale del súper con sus bolsitas de compra, o el anciano que acaba de cobrar su jubilación. Entran y salen de las comisarías riéndose de autoridades e insultando a todos. -Mandamo nosotro - dicen, y se van muy panchos... / A la salida de algunas escuelas, madres agrupadas despotrican contra los maestros: <…Me lo mandó a la dirección, qué se creé esta… -y aquí un insulto- a mi hijo nadie me lo prepea…> ;<…Si se hace la loca la maestra esa -interviene otra- la cagamo a palo… total, no pasa nada, loca mandamo nosotra…>
Polibio, historiador griego, en su obra “Historiae”; escrita en el año 200 a. C. llamó oclocracia al fruto de la “acción demagógica” y la definió como: “…la tiranía de las mayorías incultas, las cuales hacen uso indebido de la fuerza para obligar a los gobernantes a adoptar políticas, decisiones o regulaciones desafortunadas…” Agregando además que: “Cuando la democracia, a su vez, se mancha de ilegalidad y violencias, con el pasar del tiempo, se constituye la oclocracia…” / Concluyendo en que: “… resulta común que dicha situación pueda estar promovida por la influencia de intereses”.
Ilustres pensadores como Aristóteles, Pericles, Giovanni Sartori, Juvenal, Shakespeare, Lope de Vega, Ortega y Gasset o Tocqueville nos han advertido (ya en su tiempo) de un permanente peligro para la democracia popular como es: el interés de los oclócratas que ejercen el poder, quienes buscan degenerar la auténtica democracia en oclocracia, con el objetivo de mantener dicho poder de forma corrupta; buscando así una ilusoria legitimidad en el sector más ignorante de la sociedad; hacia el cual vuelcan todos sus esfuerzos propagandísticos y manipuladores. ¿No parece ésta definición más real de lo que realmente estamos viviendo en la actualidad y que no se llama democracia?
Sea cual fuese su pertenencia o simpatía política ¡debemos estar atentos! Leamos toda la información posible, aún la publicada por aquellos medios que no gocen de nuestra simpatía. Pues, como decía un antiguo apotegma de la prensa escrita:. La instrucción primero y la elaboración del pensamiento crítico después, son las únicas armas que nos permitirán, por encima de los fanatismos partidarios, recrear una auténtica democracia con todos y para todos, la que ¡nos debemos!
Juan José de la Fuente
¡Gracias Gustavo!
¿HACIA DÓNDE VAMOS?
Desde el retorno al llamado “estado de derecho” los argentinos en general: creímos de buena fe haber recuperado el ejercicio pleno de la democracia representativa, republicana y federal. La que nos obliga al cumplimiento irrestricto de las leyes, que son los “andariveles” que nos ordenan como sociedad, evitando los desbordes que conducen a la anarquía, definida por el diccionario (en una de sus acepciones) como: *Perturbación de la vida pública por relajación de la autoridad. Vivimos con estupor la degradación: año a año de las relaciones entre los argentinos las que, en lugar de regirse por cánones democráticos, parecieran desbocarse hacia una oclocracia es decir un estado de ingobernabilidad, resultante de la aplicación de permisivas políticas demagógicas, ajenas al estado de derecho. Y apuntalando estas aseveraciones con vivencias cotidianas, copio a Vicente Nacrío quien nos dice:
Ya resulta una hazaña el despertarse día a día, con el temor de salir a la calle para no ser robado, lastimado o hasta muerto por alguien que busca el dinero ajeno a costa de sus semejantes, no importa edad ni sexo, igual hieren a un adolescente para quitarle sus ropas, como lo hacen con la señora que sale del súper con sus bolsitas de compra, o el anciano que acaba de cobrar su jubilación. Entran y salen de las comisarías riéndose de autoridades e insultando a todos. -Mandamo nosotro - dicen, y se van muy panchos... / A la salida de algunas escuelas, madres agrupadas despotrican contra los maestros: <…Me lo mandó a la dirección, qué se creé esta… -y aquí un insulto- a mi hijo nadie me lo prepea…> ;<…Si se hace la loca la maestra esa -interviene otra- la cagamo a palo… total, no pasa nada, loca mandamo nosotra…>
Polibio, historiador griego, en su obra “Historiae”; escrita en el año 200 a. C. llamó oclocracia al fruto de la “acción demagógica” y la definió como: “…la tiranía de las mayorías incultas, las cuales hacen uso indebido de la fuerza para obligar a los gobernantes a adoptar políticas, decisiones o regulaciones desafortunadas…” Agregando además que: “Cuando la democracia, a su vez, se mancha de ilegalidad y violencias, con el pasar del tiempo, se constituye la oclocracia…” / Concluyendo en que: “… resulta común que dicha situación pueda estar promovida por la influencia de intereses”.
Ilustres pensadores como Aristóteles, Pericles, Giovanni Sartori, Juvenal, Shakespeare, Lope de Vega, Ortega y Gasset o Tocqueville nos han advertido (ya en su tiempo) de un permanente peligro para la democracia popular como es: el interés de los oclócratas que ejercen el poder, quienes buscan degenerar la auténtica democracia en oclocracia, con el objetivo de mantener dicho poder de forma corrupta; buscando así una ilusoria legitimidad en el sector más ignorante de la sociedad; hacia el cual vuelcan todos sus esfuerzos propagandísticos y manipuladores. ¿No parece ésta definición más real de lo que realmente estamos viviendo en la actualidad y que no se llama democracia?
Sea cual fuese su pertenencia o simpatía política ¡debemos estar atentos! Leamos toda la información posible, aún la publicada por aquellos medios que no gocen de nuestra simpatía. Pues, como decía un antiguo apotegma de la prensa escrita:
Juan José de la Fuente
¡Gracias Gustavo!
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