DESDE LA CIÈNAGA
F. de R. 10 – 09 – 2009.
DESDE LA CIÈNAGA
Al recorrer los diarios de cada día se nos encoge el alma Y no es para menos, el tiempo pasa y pareciera que nuestro contorno se va desintegrando, que las paredes se descascaran, que brotan hogos en ellas y que la realidad se ve acelerando hacia en desemboque oscuro, crucial e inevitable. Y no solamente me refiero a esta pobre y querida Argentina, sino al mundo en general. Pero, a no alarmarnos, siempre hay rebrotes de esperanza, siempre hay gente que apuesta a mañana. Y allí radica el secreto... Y no estoy imitando al avestruz, ni menos esbozando proyectos políticos...
Reconstruirnos debe nacer de una actitud interior: individual primero y colectiva después. Por eso señora, por eso señor: luego de plegar el diario y sentir una depresión bajo sus pies, como si el suelo estuviera a punto de hundirse… ¡Abra las ventanas de su alma!; en la convicción esperanzada que: aunque la vida en sociedad se nos presente cual una ruleta enloquecida y de apuesta obligatoria… no todos los números son ceros. Siempre que se cierra una puerta, fatal e inevitab1eiente, allá lejos, se abrirá una ventanita y seguramente por aquella penetrará el rayo de luz que hace falta. A pesar de ser co-responsables (por acción u omisión) de nuestro tiempo vital, las crisis no las inventamos nosotros. Desde sus albores el mundo ya era allí y entonces: complicado. Es cierto que la historia se acelera a velocidad informática; pero también resultará cierto que, luego de andar a tientas por este oscuro laberinto, si nos fortalecemos generosamente en la esperanza: habremos de ver la luz y allá lejos encontraremos la salida y que será justamente esa y no otra, la que hoy nos falta. Ya que como escribiera “el poeta” con la asistencia de los duendes o de los ángeles:
¡Qué espanto la noche que grita esfumada
entre tus cabellos de rubio cristal…!
Sin chal que te cubra y despechugada,
dejaste tus lunas a merced del sol.
Los cuentos del tío quedan develados
los purretes apuran el amanecer,
sólo algún poeta advierte la farsa
y azorado ríe, entre copas de ron.
Llueven los cobres de los jacarandaes
pa’ la sopa pobre en algún bodegón,
Juanito Laguna aún duerme en la cuna
y el violín rezonga nostalgias de adiós.
El puerto atestado con barcos de carga
los “dokes” se alegran con grito y sudor,
y el viejo Quinquela reinventa La Boca
y algún galerita se asoma al Colón.
Los duendes se visten con trajes de calle.
Desde la nostalgia se yergue un farol
han vuelto las chatas por los empedrados
y espera el mateo a un “dandy” viejón.
En las calles brotan los rieles del “tranway”
y entre las glicinas un verso de amor.
Las negras trajinan entre mazamorras,
“las niñas” deshojan: “por sí o por no”.
Pantalón cortito y pelota de trapo,
potrero y yuyales, algún bandoneón;
se acabó la mufa en los andurriales
los gringos ya marchan para el corralón.
Dios “corta” sonriendo la “media baraja”
y un ángel canyengue le grita una “flor”;
un coro de monjas entona aleluyas
que ascienden al Cielo cual Resurrección.
Hoy San Cayetano venció a la malaria
a fuerza espigas, ayuno y perdón…
Ha vuelto el trabajo… ¡hay pan en las mesas!
y el sueño perdido… ¡se yergue en Nación!
Yo grito un ¡te quiero!; del fondo del alma
que sólo lo escuchan tu locura y yo.
Con traje celeste, con camisa blanca,
por corbata tu pelo: flameante de sol.
Juan José de la Fuente
Fuentes: Reflexión editorial “La Salida” (12 – 08 – 1984 / 2009) -
Poema “Flameante de sol” de J. J. de la Fuente.
DESDE LA CIÈNAGA
Al recorrer los diarios de cada día se nos encoge el alma Y no es para menos, el tiempo pasa y pareciera que nuestro contorno se va desintegrando, que las paredes se descascaran, que brotan hogos en ellas y que la realidad se ve acelerando hacia en desemboque oscuro, crucial e inevitable. Y no solamente me refiero a esta pobre y querida Argentina, sino al mundo en general. Pero, a no alarmarnos, siempre hay rebrotes de esperanza, siempre hay gente que apuesta a mañana. Y allí radica el secreto... Y no estoy imitando al avestruz, ni menos esbozando proyectos políticos...
Reconstruirnos debe nacer de una actitud interior: individual primero y colectiva después. Por eso señora, por eso señor: luego de plegar el diario y sentir una depresión bajo sus pies, como si el suelo estuviera a punto de hundirse… ¡Abra las ventanas de su alma!; en la convicción esperanzada que: aunque la vida en sociedad se nos presente cual una ruleta enloquecida y de apuesta obligatoria… no todos los números son ceros. Siempre que se cierra una puerta, fatal e inevitab1eiente, allá lejos, se abrirá una ventanita y seguramente por aquella penetrará el rayo de luz que hace falta. A pesar de ser co-responsables (por acción u omisión) de nuestro tiempo vital, las crisis no las inventamos nosotros. Desde sus albores el mundo ya era allí y entonces: complicado. Es cierto que la historia se acelera a velocidad informática; pero también resultará cierto que, luego de andar a tientas por este oscuro laberinto, si nos fortalecemos generosamente en la esperanza: habremos de ver la luz y allá lejos encontraremos la salida y que será justamente esa y no otra, la que hoy nos falta. Ya que como escribiera “el poeta” con la asistencia de los duendes o de los ángeles:
¡Qué espanto la noche que grita esfumada
entre tus cabellos de rubio cristal…!
Sin chal que te cubra y despechugada,
dejaste tus lunas a merced del sol.
Los cuentos del tío quedan develados
los purretes apuran el amanecer,
sólo algún poeta advierte la farsa
y azorado ríe, entre copas de ron.
Llueven los cobres de los jacarandaes
pa’ la sopa pobre en algún bodegón,
Juanito Laguna aún duerme en la cuna
y el violín rezonga nostalgias de adiós.
El puerto atestado con barcos de carga
los “dokes” se alegran con grito y sudor,
y el viejo Quinquela reinventa La Boca
y algún galerita se asoma al Colón.
Los duendes se visten con trajes de calle.
Desde la nostalgia se yergue un farol
han vuelto las chatas por los empedrados
y espera el mateo a un “dandy” viejón.
En las calles brotan los rieles del “tranway”
y entre las glicinas un verso de amor.
Las negras trajinan entre mazamorras,
“las niñas” deshojan: “por sí o por no”.
Pantalón cortito y pelota de trapo,
potrero y yuyales, algún bandoneón;
se acabó la mufa en los andurriales
los gringos ya marchan para el corralón.
Dios “corta” sonriendo la “media baraja”
y un ángel canyengue le grita una “flor”;
un coro de monjas entona aleluyas
que ascienden al Cielo cual Resurrección.
Hoy San Cayetano venció a la malaria
a fuerza espigas, ayuno y perdón…
Ha vuelto el trabajo… ¡hay pan en las mesas!
y el sueño perdido… ¡se yergue en Nación!
Yo grito un ¡te quiero!; del fondo del alma
que sólo lo escuchan tu locura y yo.
Con traje celeste, con camisa blanca,
por corbata tu pelo: flameante de sol.
Juan José de la Fuente
Fuentes: Reflexión editorial “La Salida” (12 – 08 – 1984 / 2009) -
Poema “Flameante de sol” de J. J. de la Fuente.
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